lunes, 21 de mayo de 2012

El miedo.

El miedo es como la familia, que todo el mundo tiene una. Pero aunque se parezcan, los miedos son tan personales y tan diferentes como puedan serlo todas las familias del mundo. Hay miedos tan simples como desnudarse ante un desconocido. Miedos con los que uno aprende a ir conviviendo. Hay miedos hechos de inseguridades, miedo a quedarnos atrás, miedo a no ser lo que soñamos, a no dar la talla, miedo a que nadie entienda lo que queremos ser. Hay miedos que nos van dejando la conciencia, el miedo a ser culpables de lo que les pasa a los demás, y también el miedo a lo que no queremos sentir, a lo que no queremos mirar, a lo desconocido, como el miedo a la muerte, a que alguien a quien queremos desaparezca. Y hoy he oído a un señor en la tele que decía que la felicidad es la ausencia del miedo. Y entonces me he dado cuanta de que últimamente yo ya no tengo miedo. No es malo tener miedo, lo malo es dejar que el miedo se apodere de tu vida, porque entonces ya no tendrás vida, solo miedo. Librarse del miedo es como quitarse la ropa delante de alguien, a veces cuesta, pero cuando empiezas, lo único que tienes que hacer es seguir, sin dudar. Y de repente, te das cuenta de que el miedo ya no te pertenece, a desaparecido. Como esa rpa que un día, dejas de usar.

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